En los últimos años, las criptomonedas se han convertido en uno de los avances tecnológicos más influyentes. Debido a su versatilidad y distintos casos de uso, actualmente existe una enorme industria alrededor de ellas, cuya comunidad es cada vez mayor a nivel mundial.
A grandes rasgos, las criptomonedas son activos digitales que emplean la criptografía y la tecnología blockchain para garantizar su titularidad, asegurar la veracidad de las transacciones y controlar la creación de nuevas unidades.
El origen de las criptomonedas
El surgimiento de las criptomonedas se remonta al 31 de octubre de 2008, cuando fue lanzado el Whitepaper de Bitcoin. Este documento, titulado “Bitcoin P2P e-cash Paper” y publicado por Satoshi Nakamoto, persona o grupo de personas que hasta el día de hoy permanecen anónimos, describe las características de la primera criptomoneda y su funcionamiento.
Esto ocurrió cuando Estados Unidos estaba experimentando el colapso de la burbuja inmobiliaria en 2006, que provocó la llamada crisis de las hipotecas subprime. Desde ese momento, las criptomonedas se posicionan como una alternativa al sistema financiero tradicional, ofreciendo una mayor seguridad, transparencia y descentralización.
La primera transacción de Bitcoin se realizó en enero de 2009, poco después de la publicación del Whitepaper. Al funcionar mediante la blockchain y la implementación de la criptografía, es imposible que un mismo activo digital se pueda transferir en dos ocasiones o que sea falsificado.
Además, las criptomonedas permiten realizar transacciones de forma más rápida y económica que los sistemas financieros tradicionales. Con el paso de los años, han surgido muchas otras criptomonedas, cada una con sus propias características y objetivos.
Una respuesta al sistema financiero tradicional
Quienes trabajan en la industria cripto o utilizan las criptomonedas de forma regular, destacan varias cualidades para fomentar su adopción. Una de ellas es la transparencia, pues la tecnología blockchain permite la creación de un registro público y descentralizado que garantiza su integridad.
Otro punto importante es su descentralización. En la mayoría de los casos, las criptomonedas no están controladas por ningún gobierno o entidad central. Por ende, los activos digitales son propiedad de los usuarios que las poseen, entregándoles mayor control de sus finanzas.
Además, las criptomonedas pueden proporcionar servicios financieros a personas que no están bancarizadas. Hoy en día, las transacciones con criptoactivos suelen tener menores costos que las del sistema financiero tradicional, y solo es necesario una wallet y acceso a internet para operar con ellas.
Los activos digitales también son importantes en el desarrollo de la Web3 –la nueva generación de internet que está impactando en la forma en que interactuamos en línea– ya que permiten la creación de aplicaciones descentralizadas (dApps) como exchanges descentralizados (DEX), marketplaces, plataformas de préstamos y redes sociales descentralizadas, entre otras.
Al utilizar software libre y open source, cualquier persona puede crear una criptomoneda desde cero, aunque generalmente requiere conocimientos avanzados de programación y la formulación de su Tokenomics (economía del token).
Con esto, se define la cantidad total de criptomonedas que existen y su disponibilidad a futuro; cómo se distribuyen los activos digitales entre los usuarios, equipo desarrollador e inversionistas; para diseñar sistemas de incentivos, que fomenten la participación y el crecimiento de la comunidad; y si se regirán por un modelo inflacionario o deflacionario.
¿Cuántos tipos de criptomonedas existen?
En el ecosistema, las criptomonedas que surgieron después de Bitcoin (BTC) son denominadas altcoins, las cuales han sido creadas para mejorar algunas de las limitaciones de Bitcoin, como la velocidad de las transacciones o los costos de transacción, además de permitir la creación de aplicaciones descentralizadas y smart contracts.
El universo de las altcoins es muy amplio y diverso, y cada una está concebida para un propósito o una temática distinta. Entre las más populares se encuentran Ethereum (ETH), Cardano (ADA), Polkadot (DOT) y Ripple (XRP), las cuales cuentan con su propia blockchain.
En paralelo, las stablecoins se han posicionado como uno de los sectores más importantes de la industria cripto. En este caso, las monedas estables siguen el precio en relación 1:1 con otro activo, como el dólar estadounidense, el euro o el oro. Aquí destacan Tether (USDT), USD Coin (USDC), DAI y PAX Gold (PAXG).
Con el objetivo de reducir la volatilidad y facilitar los pagos, pueden ser utilizadas como una forma de dinero digital que es más adecuada para el comercio diario y las transferencias entre exchanges.
Además, las stablecoins son muy útiles para el mundo de las finanzas descentralizadas (DeFi), ya que permiten reducir el riesgo al momento de realizar distintas estrategias de inversión como el yield farming, los préstamos y la provisión de liquidez.